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talayuela golf

Al fin dormimos con CLAUDIA SIFER...

Al fin dormimos con CLAUDIA SIFER...

Hemos recibido en nuestra redacción una colaboración de autor no identificado, pero que aceptamos publicar porque es una parte importante de la historia de nuestro campo. No hemos variado ni una coma de su original redacción.
Y eso no se puede perder. Es más: creemos que se debe conocer.

Gracias, desconocido autor.

"Hoy en día, para comenzar a jugar al golf, va uno a ver que es eso que dicen que es tan divino; le dejan un palo y da unos golpes en el campo de prácticas.
Normalmente, el que le ha metido en esto, suele decirle “es increíble como la pegas, yo el primer día no daba ni a la bola” el tío se anima y vuelve, parece que le gusta, decide comprarse una equipación, juego de palos, bolso, carro, etc. contacta con el profesor y a practicar en el pating green , “abrochando” sacando de la arena, etc, etc.

Cuando cree que está preparado, se saca el handicap juega torneos, y poco a poco va bajando el handicap, da mas clases para corregir defectos, y así sucesivamente hasta siempre ya que la verdad es que nunca estás satisfecho. ¡Que bonito y facil verdad...!

Lo que voy a relatar es la historia de unos cuantos apasionados de esto, que como veréis empezamos de una manera totalmente diferente a lo que ocurre ahora.

Los nombres que aparecen en relato, están “camuflados” ya que no les he pedido autorización para mencionarlos.

Un buen mozo del pueblo llamado “Misuli”, tomando una caña en un bar, vió en la televisión unos paisanos que con unos garrotes le daban a una bola y no paraban, hasta meterla en un guá.
En el camino a casa iba pensando que aquello parecía divertido, y al llegar, cogió un paraguas y una pelota de tenis se marcho a un corral y empezó a darle hasta meterla en un hoyo hecho en el suelo...
La cosa parecía interesante pero jugar solo era aburrido por lo que decidió decírselo a sus amigos y otros.
No recuerdo de que manera se hizo con un palo de tercera mano, creo que un madera 5 y se fueron a la Dehesa del pueblo a darle garrotazos junto con sus amigos Nonatio”, “Birgale” y Jeos.

En seguida, Misuli, me invita a practicar; tampoco recuerdo que pasó ese día, solo sé que desde ese mismo momento, este maldito golf se convirtió en un vicio para mí.
Inmediatamente se van incorporando “Oluji”, “Albelto”, “Trepa”, “Driosio” y un poco mas tarde Ileove, Pitaquo, etc.

Si te interesa la historia puedes leerla integra aquí.

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